jueves, 5 de enero de 2012

Hoy ya es otro año.

¡Y menudo año! Menuda entrada... quiero pedir perdón por la entrada anterior puesto que no está ni mucho menos presentable, pero señalo que sólo son sentimientos a flor de piel, lo más humano y real. 
Él... él es muy especial. Es muy especial para mí. Me está haciendo vivir cosas maravillosas. Convierte el comernos un chocolate blanco con almendras hecho por mi madre, en algo mágico, casi irreal. Es su olor, es su piel, son sus labios carnosos o sus ojos azul grisáceo. Es el chocolate blanco, casi tan blanco como nuestras pieles pálidas, lo que se ha convertido en nuestro signo. Y él me colma de besos y abrazos, cierto es, pero todavía resurgen ciertos sentimientos anteriores, como es normal, puesto que sólo llevamos unas cuantas semanas así, que no completan ni un mes de nuestras vidas. No me esconde de nada ni de nadie y mostró interés por mí desde el primer momento. Me encanta. ¿Y sabéis cual es el punto que hace que él llegue a la perfección? Le encanta los zapatos, los tacones en las mujeres... Pero le encantan MIS zapatos rojos. Si a él le gustan, entonces bienvenido a mis brazos.


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